1 de junio de 2009
El Hijo del Gaucho Griego
Mario Nicanor de las Mercedes
Papadopoulos nació estigmatizado.
Su marca no era otra que la de ser
el único hijo de un griego gaucho.
Al menos eso creía su padre que era.
Y esperaba de su vástago que,
de un modo muy literal,
éste fuera astilla de tal palo.
Y digo literal porque ambos, padre
e hijo, eran virtualmente de madera.
Nada influye en mi juicio
que el señor Papadopoulos
se haya criado entre abedules y acacias:
Hay gente de buena madera y otros
que son de madera nomás.
Y eso quería Don Griego (como
lo llamaban allá en el pago de
Chala Seca, Provincia de Santa
Fe), para su hijo: Una vida de
madera. Y qué acertado
el gaucho griego! Su hijo
realmente daba con el perfil.
Sin embargo (siempre
hay un sin embargo, aunque en esta
familia los embargos eran cosa
de todos los días), Mario Nicanor
tenia otros planes para él y para su
Vida. No es que el pobre
tuviera un futuro imaginado ni
nada que se le pareciese; es que
Vida era su noviecita de la primaria.
Y el Nicanor este andaba alzado
con ella desde muy temprana
Edad. Casi se diría que
había nacido alzado el pobre gaucho
frustrado. Y asumo como mío
Lo de frustrado porque así era: Nican
(como lo llamaban en su circulo
de amistades) cargaba con esa
pesada llaga de no poder ser
el gaucho que su padre esperaba
de él. Por eso, y porque sí nomás,
casi siempre tenía problemas de
erección a la hora de embocar, lo
que no desesperaba a Vida, que
era tan frígida como que se
apellidaba Frigerio. El chico
sabía que para ser feliz
la única salida era por ruta 8. En
Otras palabras, chau pueblo y
si te he visto no me acuerdo. Pero
Don Griego (tal vez si Ud. es de
Chala Seca lo recuerde cómo
Griego de Mierda, porque así
daban en llamarlo algunos
muchos), el padre de la criatura, no
sabía nada de nada, pero menos
de sutilezas; y no desperdiciaba
oportunidad en recalcarle al muchacho
lo mucho que lo defraudaba con esa
pose amanerada, los pelos lacios
teñidos de rojo y esa ropa toda
ajustada que lo único que le faltaba era
usar sandalias con taco y bla bla bla…
Y es que Nican era un flogger, un artista
de la pelotudez diaria, nada malo
si se tiene doce años, pero a los 30
se interpreta un poco raro, sobre todo
si se lo mira desde arriba
de un Deutz 2430, que es un
tractor muy conservador y
Bastante alto, desde el cual la perspectiva
favorece mucho a quien critica, y muy
muy poco a quien fuma con filtro
parado en la esquina de un pueblo
sin asfalto, de zapatillas rosa y pantalón
limón. Y como tenía que ser,
un buen día Que Nican y Vida
estaban casi listos para
huir, el patriarca se brotó. Se
había acabado el anís y tampoco
quedaba ni caña siquiera cuando
Nican entraba riendo a la casa
acomodando su flequillo, casi como
estirándolo (es que tenía unos rulos
Que ni pa’gaucho servían, menos para
hacerse el flogger); ahí nomás, de entrada
en la cocina, lo abarajó Don Griego,
el Gaucho de Mierda, el de la madera, y
de un golpe de hacha
seco como el pueblo, perfecto,
pulcro y perfecto diría un animador
de boxeo, de un solo golpe lo dejó sin
cabellera… Volaron flequillos que, de
tan truchos, en el mismo aire se enrularon
cayendo en zarcillos al mosaico gris de
la cocina de campo como colitas de
chancho, y cuan finalmente aliviados.
Nican, el flogger rapado, el
Rebelde sin Casa (obviamente lo
Estaban echando, no?)
se desmayó; su carrera de flogger
estaba acabada; y pa´skinhead
no le daba.
Y que razón tenía Don Mierda, el Griego
para hacerle eso: Acaso podía existir
realmente un Gaucho Maderero? Un
invento griego..!! Pero andá a
hacérselo entender al bruto de Don
Papadopoulos, hombre
De pocas letras y ninguna
Idea. Y menos era posible
Sin caña ni nada que lo
endulzara, tanto como para
que cantase
alguna canción de Miranda
de esas que, sin querer,
a veces silbaba mientras
aserraba los troncos creyendo
que rendía homenaje
a alguna zamba de Don Ata.
De tal palo…
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