14 de mayo de 2009

Ella No Era Una Diva

La elegí por eso: Ella no Era una diva ni se creía Dueña de la calle ni De los deseos de todas Las miradas ni nada… Tampoco Le daba para tanto, su Boca un poquito chueca (apenas uruguayada) y Los ojos que le saltaban No la hacia objeto De un deseo inmediato ni Irrefrenable, no. Y justamente Por eso yo, cansado de tanto Gato que desilusiona de Entrecasa, curtido en las Batallas más encarnizadas Por el dominio de la propiedad Sexual (tan socializada Últimamente), decidí Casi al verla que ella Sería la madre de mis hijos. No iban a ser estos Los niños más bellos sobre La tierra, desde ya; yo Tampoco soy un Adonis y Ella menos que menos encarna La femineidad, con esos dientes Que sobresalen como Sonrisa de perro rabioso cada Vez que esboza una mueca. Pero hay momentos y momentos En la vida de los hombres Donde ciertas decisiones vienen Siendo como peras que se Caen de maduras sobre Nuestro mismísimo rostro; y Eso fue justamente lo que Me vino a pasar. Así empezamos A hablar, en una reunión De amigos (ex amigos, diría Hoy); ella vino sin querer Y yo por casualidad, así que Veníamos a ser como la Pareja perfecta, ya que nadie De los otros nos daba ni media Bola. No quedó otra que Hablar, hablar, hablar… y Seguir hablando, cosa Que yo hacía forzado para Evitar que ella tomara la Palabra; y es que su voz destacaba Por lo ridícula y exultante: parecía Un doblaje de ella misma Cuando hablaba! Tenia Una vocecita más propia de Un dibujo animado que De una mujer rayana en los Treinta… Pero igual Todo se compensa Cuando se piensa en que Un día esa mujer Amamantará tus hijos. Y Eso era difícil de imaginar No porque uno no fuera Muy imaginativo ni Rechazara el tener hijos sino Porque debajo de esa blusa Apenas si se adivinaban Dos muy, muy leves Abultamientos, que más que Pechos parecían granitos Que le habían quedado de La adolescencia. Igualmente, Pensaba yo, no hay nada peor Que una teta caída, cosa Que evidentemente a mi Julieta no le ocurriría. Y la llamo Julieta porque del nombre Verdadero ni me querría Acordar ahora, ni ya por entonces, Dado lo extraño, complicado y Poco feliz de su elección (aunque deberíamos Hablar de “invención”), cosa Que me dio a pensar que Quizá sus padres no la Querían y fue como una Desagradable sorpresa su Venida a este mundo, si no No se explica semejante Humillación; pero de todos Modos, debo reconocer que El nombre le iba bien: representaba Fehacientemente la idea Estética de este ser que yo elegí Para ser mi partenaire en la Vida. Y bueno, llegó el día… Nos casamos! No fue Un evento de esos que uno Querría recordar por lo Fastuoso, ni siquiera por Lo bien que resultara todo o Por cómo la pasaron los generosos Invitados: De hecho, nos casamos en secreto. Me daba Un poco de vergüenza exponerla A las miradas y, sobre todo, a las Cámaras (siempre hay uno Que quiere la foto de los Novios… y yo no quería Andar pagando las cámaras Rotas tampoco)… Pero lo que nunca Imaginé es que sería Tan difícil conseguir un cura Que nos casara…! El Primero, católico, nos Puso como excusa que Se había olvidado las Ostias, y Salió corriendo de la parroquia Ni bien la vio entrando. El Segundo, un evangelista, llegó Con incienso y mirra, y una Gran cruz de madera, pretendiendo exorcizarla! El Tercero, un rabino judío, nos hablo como tres días de lo inconveniente Que era ante los ojos de Jehová Que se cruzaran las especies: es Que no la consideraba humana el Muy taura! Ya deshauciados Recurrimos a un amigo Pay Umbanda que se vino Con gallina y varias cosas. Todo Parecía correcto, esta vez nos Casaríamos (qué importa el credo Cuando el amor prima!, lo que no quiere decir que ella fuera MI prima) pero No sé cómo, el Pay Cacho Se hizo de la gran cruz De madera que trajera el evangelista Y de pronto, ante mi asombro, le Quiso clavar de punta la cruz a mi Julieta En medio del pecho, al grito de “Muere Vampiro, Muere”. Eso Fue el acabose… Decidí entonces Que esto del amor tiene sus Límites, y que si no tiene que ser, No tiene que ser nomás. Así que, En medio de la batahola (ya Había entrado mucha gente a casa Para entonces, llamada por la gritería Generalizada), tomé mi campera De jean, la que no dejo ni loco sola, y Gané la puerta de callé caminando Despacito, como queriendo Que alguien me gritara “ya fue, Sigamos con el casorio!”… pero Nadie entendía a este Romántico de la soledad que, Otra vez, se iba solo a buscar Una vida mejor, como Bill Bixbi cuando hacía de David Banner en Hulk y siempre Se terminaba yendo aunque Se hubiera levantado la Mejor mina del pueblo y ella Justo era dueña de un hotel Y había enviudado hacía Dos días quedándose con todo lo del marido, incluyendo las pilchas (que a David le venían bárbaro dada la costumbre de hacerlas hilachas)… Y con las ganas de tener Ese hijo que su difunto nunca Le había dado… Era bastante Boludo ese Banner, no? Y bueno Yo también tengo lo mío.

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