12 de marzo de 2009

La Vida desde el Piso 11

Juan Carlos miraba la calle Desde el piso 11 con la actitud De un paracaidista y la sensatez De un trapecista. No era Ese su departamento privado Ni siquiera su oficina con vista Al río, no. Pero él ganó lo Que sería el balcón y gritó “Me tiro…” Nadie, ni el viento le respondió. Un poco porque el edificio Estaba en construcción y otro Poco porque era domingo a la mañana Y en Palermo es como Decir El Sahara... Sólo algún borracho Podría pasar por ahí abajo pero No habría recalado en ese Pobre perdedor pretendiéndose Kamikaze sin cruzada. Y es que Era eso justamente lo que Le faltaba a Juanca: Una razón De vivir. La exhalación de Ese "grito a nadie" lo había Dejado a Juanca sin aire, y esa sensación De vacío fue la que lo devolvió A la vida (Además de cierto Vértigo propio de los once Pisos sin ascensor pero de Descenso directo por el balcón Que venía de abrazar)... Y sí: Si lo pensás no te tirás. “Voy a encontrar esa razón para Vivir y si no, volveré aquí Para tirarme”, terminaba de Jurarse a sí mismo como buscándose En el espejo de un horizonte que Le contestó con una voz desde Abajo, algo aflautada: “Tirate de una Vez, salame..”, para luego Perderse en las S de un andar Algo etílico propio de los Trasnochados sin privilegios. “Ni En pedo, boludo…”, respondió Muy tarde Juanca al desafío; “…ya vas a ver hasta donde Llego en la vida”, reaccionó
media hora después. Bajó y se fumó un armado. En El primer bar abierto, entró Y en la barra pidió un vino y Una certeza: “Buscan mozo Para atender mesas...?” Al Mes ya era el preferido de Doña Mirta, la dueña del Lugar. A los tres meses debutó Como administrativo, y A los seis meses se casaron. Para Entonces nadie veía bien Que él fuera uno más (que Ya no era) y una oferta de un Distribuidor le llegó como Alianza al anular, por aprovechar Literariamente el momento Emocional y civil del protagonista. Lo tentaron para que se uniera A una mediana empresa con Aspiraciones que se dedicaba Al rubro de la alimentación, Una industria en franco ascenso Que le permitiría progresar Y hacer una carrera prominente. No era para tanto, en verdad, Pero la fortuna quiso que al Año una fuerte corriente Monopolista ganara los mercados Y la empresita pasara a manos De otra que a su vez era comprada Por otra más grande de tipo Regional que además fue comprada Por una multinacional. Así que En cosa de una año los que No fueron rajados ya tenían Auto caro, chequera de gastos De representación y oficina Adivinen dónde? Si ! La empresa Compró el edificio aquél de la Calle Julián Álvarez y Juan Carlos Pidió que le asignaran una oficina En el piso 11, cosa que no tardó En hacerse realidad porque él Era el encargado de organizar Uno de los pisos a su total Responsabilidad. Y como suele Sucederle a los que tientan al Destino, no tuvo mejor idea el Juan Carlos que asomarse Al balconcito y pronunciar las Fatídicas palabras: “Viste. Yo Te dije…” Como todo ser Con dos dedos de frente y medio Sentido de la fatalidad, uno sabe Que no se desafía así a la nada Y menos desde un balcón De piso 11 donde uno quiso Una vez tirarse al vacío. Desde Ese día, todo comenzó a ir Para atrás, pero nadie lo notaba. O todos preferían mirar Para otro lado. Juan estaba Convencido de que la crisis de La que todos hablaban no Lo tocaría… Y podría ser Porque ya antes él había Salido indemne y fortalecido, Mientras que sus jefes, Zorros viejos, ahora eran Pinches o jubilados precoces. En ese contexto llegó el Ascenso y después, las Merecidas vacaciones en Cozumel para dos: él y Su nueva mina, ya que la Gorda del bar era historia Hacía cuatro meses. Todo En paquete ejecutivo, como Le gustaba a él. “…Y pensar Que una vez me quise Tirar y ahora soy el que Manda limpiar el balcón”. Bueno, hubo sol en Cozumel; El vuelo de ida, bien. El De vuelta hasta se adelantó. Ni pozos de aire ni precios Fuera de lo pautado; la Atención del hotel, increíble. Si hasta buceó entre los Peces y le dieron el premio Al mejor debutante del Grupo por cumplir con todos Los ítems y hasta animarse A contar chistes! La chica Se portó como una diosa: No hinchó las pelotas ni Se zarpó con las compras Pero al Juanca le dio pena Y le regaló de todo: Patas De rana, una pileta inflable, Dos cocos pegados con la Inscripción “Vuelvan Pronto”, Una muñeca azteca de dudosa Legitimidad, anillos de plata Maya (otro cuento turístico), La camiseta de México firmada Por Cuauhtémoc Blanco (ella Lo amaba aunque no supiera Ni dónde quedaba), un libro De autoayuda americano, la Pirámide Maya en miniatura, Una suscripción anual para la Revista “Tiempo Libre”, la Sombrilla que usaban para Protegerse en la playa (ella Se había encariñado de las Rayas de color), las toallas y Sábanas del Cancún Plaza (también
pasaron por Cancún porque ella
no quería ser menos que su
prima que ya habia ido), un Retrato de Juanca pintado Por un artista local algo daltónico, Una perrita idéntica a la de Madonna que vendían en El free shop del hotel, la pelota De playa que perdieron unos Brasileros (no daba para devolverla), Y otros enceres que pudieron Llevar con ellos, pago de un tercer Ticket de vuelo mediante. Por suerte Habían podido disfrazar a la Perrita de títere y convencer al Personal de a bordo de que La rubia noviecita de Juanca era Ventrílocua y sabía ladrar sin Mover los labios. Todo bien Durante el viaje y la llegada, aunque tomó Media hora que les revisaran Todas las porquerías en aduana De Ezeiza. Eso ya fue una señal. Una vez en el playón de salida, Una presencia figuraba por su Ausencia: “Dónde estará Humberto” Era la frase cada vez más Desesperada de la parejita plena de Equipajes y demás. Y es que La empresa ya no contaba con Ese servicio de chofer 24 hs que Antes de partir Juan Carlos Martínez Zubiría (el último apellido había sido Agregado por el éxito) disfrutaba: Ahora algunas cosas habían Cambiado. Y no hubo más Remedio que tomar un taxi ahí, Cosa que tomó unos 20 minutos Mínimo. “Bueno, una vez en casa Descansaremos…”, dijo él, ingenuo. Pero el auto no pudo llegar hasta La puerta de la casona de Cramer Al 1300... Un vallado policía Impedía el acceso a esa cuadra, Aparentemente debido a un Allanamiento en proceso… “Qué Jodido está este país, papi…”, Dijo ella, la rubia, tapada por Las porquerías que traía y que No habían entrado en el baúl. Él, Negador del destino, no quería No podía pensar. En vano sería Forzar a ese hombre, que se Sentía dueño del mundo, a pensar Que ese mundo ya no tenía Dueño… porque los verdaderos Dueños nunca le habían dado La llave: se la habían prestado. “Vos tenés las llaves de la oficina”, Reparó ella, fantasiosa de Encontrar un lugarcito alfombrado Como esos donde supo conquistar A varios jefes como Juanca de tanto hacer de Secretaria full full full... time. “Vamos allá, dejamos todo y Después descansamos en un Hotel”, sentenció, segura de Que él de ese modo ni mencionaría Ir a parar a lo de su madre. Y Es que amante y suegra no Conjugan, y para la señora de Martínez (la madre de Juanca) Esta nunca dejaría de ser la Amante... Y punto. El chofer los llevó hasta el edificio Que alguna vez fuera lugar De iniciación para Juanca. Algo Se olía en el aire de Palermo Esa tarde de domingo. Sí, Otro paro del servicio de Recolección de basura puede Dar esa misma impresión nauseabunda, Pero esto era diferente. Lo Que olfateaba Juanca era otra Cosa. Él conocía el barrio, Sabía que todo había cambiado. “Cambiaron la clave de la puerta”, Esgrimió como explicación Después del intento número Doscientos dos de meter el Código de veinticinco cifras que Él mismo había obligado a Todos a aprendérselo de memoria. “No te estará faltando algún Número?”, fue el brillante Aporte de Pamela desde el Asiento trasero del 504 blanco Donde caían, a puertas abiertas, Las baratijas que este remedo De familia muerta al nacer migraban Sin tener dónde dejar. “Callate Tarada… te creés que soy tan Pelotudo…”, fue la respuesta. Y Entonces, exhausto, emocionalmente Acabado, lleno de culpas y mirando A piso 11 desde la vereda, Juan Carlos Martinez a secas, Juanca, Comprendió todo. “Qué bien me la hiciste, la p… que Los p…” (lo dijo así, con puntitos, Porque será un perdedor pero Era un caballero). “Ahora que todo, Todo se vino a pique y tengo, QUIERO Cumplir mi promesa, vos no me Dejás tirarme.. Qué iluso fui! Debí Haberlo hecho cuando podía”. La Crisis, esos extraños acontecimientos Que todos padecimos lo habían Tomado por sorpresa, como sol En espalda de veraneante nuevo. Mientras él hacía skyjet, la bolsa Se hundía y sus jefes huían justo En el vuelo del que él venía de Descender. La vida, los sueños, la Propia Imagen de sí mismo venían Cayendo de ese onceavo piso Mientras Juanca, impávido, Miraba desde abajo su Debacle; la de todo un sistema… La de un hombre. “A dónde vas… Pame…”, Alcanzó a mascullar, casi Sin aliento como aquella Primera vez ahí, cuando no Se tiró. “Ma sí… tirate”, gritó ella. De Espaldas y sin mirar Atrás.

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